Endulzando desde 1958

Nuestra historia

El abuelo Pepe y su mujer Juana, fueron los primeros panaderos de la familia. Llegaron a Hoyo de Manzanares y empezaron a vender pan a los vecinos de la localidad. Sus cinco hijos, siempre les ayudaron a sacar adelante a la familia cuidando el ganado y trabajando con el pan.

Al abuelo Felix, menor de los Bernardos, pese a llevar la harina en la sangre, le costó encontrar su lugar en el oficio, hasta que un pastelero llegó al negocio. Observándole trabajar y practicando cuando podía, aprendió lo suficiente para poder montar, junto a su mujer Julia, la primera y única pastelería del pueblo en el año 1958.

Dos años después nació su hijo mayor, Paco, que creció entre mantequilla y azúcar. Viendo trabajar a sus padres y ayudándolos siempre que podía obtuvo sus primeros conocimientos de pastelería, tal y como hizo su padre, para después entrar en la Escuela de Pastelería de Madrid y más adelante ser invitado al obrador de Paco Torreblanca en Elda.

Paco y Ana, le dieron una vuelta al negocio en 1994 con una reforma integral, una nueva imagen, nuevos productos que no han dejado de crecer y lo más importante, manteniendo la esencia de la artesanía y el respeto por los procesos e ingredientes que ha pasado de generación en generación.

Aunque yo, Ana, también nací entre dulces y durante toda mi adolescencia y juventud ayudé en el negocio familiar, no decidí hasta el año 2017 incorporarme definitivamente a la empresa. Tras un viaje por África que me cambió la forma de ver el Mundo, me impliqué en la empresa desde el obrador, aprendiendo el oficio de mi padre y, desde la tienda empapándome de la creatividad de mi madre.

La innovación y el emprendimiento me han acompañado todos estos años pero, sin duda es ahora cuando estoy dando el salto definitivo. Tras el nacimiento de mi hija Olivia en el año 2019 y la Pandemia de 2020, mis prioridades cambiaron y mi forma de ver el negocio también. Deseo más que nunca “endulzar la vida de las personas”.